lunes, 6 de julio de 2015

Una democracia envenenada - Gregorio Morán



 Probablemente nuncs hubo tiempos mejores. Otra cosa es que pensáramos, con cierta ingenuidad, que estábamos ayudando a cambiar el mundo cuando en realidad era el mundo el que nos cambiaba a nosotros y nos dejaba este poso de melancolía que se reduce a creernos que hubo tiempos mejores. Si los hubo, duraron tan poco que cuesta trabajo definirlos. Desde cuándo hasta cuándo, y por qué?. Lo que sí me parece evidente es que las dificultades para ser ingenuos han aumentado considerablemente. 
Julian Assange cumplió ayer 44 años. Lleva tres asilado en la embajada de Ecuador en Londres para protegerse de la extradicción que le pide Suecia, donde echó cuatro polvos; dos de ellos reglamentarios y los otros dos (?). El dilema de "los polvos de Estocolmo" no hubiera entrado en la historia universal, donde ya ocupan un lugar notable, de no ser porque el rijoso Assange es depositario de un sinfín de materiales secretos de Estados Unidos desveladores de la ilegalidad de sus actuaciones y del control de la información de enemigos y amigos, especialmente estos últimos, a los que se trata y se califica con el desprecio que suelen usar desde siempre los imperios para referirse a sus súbitos.
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