Mediaba el año 1997. Radical y emepepé eran idéntica cosa. Plenario Abierto en el local de la calle Uruguay. Más de quinientas personas desbordaban el salón de arriba. Se decidía si votar o no el proyecto de privatizar el Carrasco presentado por el Intendente Arana con el respaldo de todos los sectores del Frente Amplio. El MPP había quedado en minoría absoluta en la bancada de ediles frenteamplistas, en la Mesa Departamental de Montevideo, en la Mesa Política,
el Plenario Departamental y el Plenario Nacional. El informe del equipo que representaba al MPP en la Junta Departamental de Montevideo fue recibido con aplausos. Colectivo y fervoroso desacato a la orgánica frenteamplista. Nadie se atrevió opinar en contra. El Maestro levantó su voluminosa figura y gritó
“si el Tambero vota la privatización, no entra más al Cerro!!!”.
Es que, en aquellos remotos años (ya hace más de diez!), la militancia emepepista hacía cuestión de principios del rechazo a las privatizaciones, en lo nacional y en lo departamental. A la par que se juntó firmas para derogar la Ley de Privatizaciones de Lacalle, y luego se luchó en defensa de ANTEL, UTE y ANCAP, a nivel municipal se militó para impedir la concesión a Autoparque, la del cepo y el guinche, contra la privatización del Hotel del Prado, la de Punta Brava, la del Sheraton, la de recolección de residuos, la del Club de Golf y la del Mercado Agrícola. Pero fue en el debate generado con el Hotel Carrasco donde la derecha logró introducir en el Frente Amplio la idea de que existe una “conjunción entre el interés público y el interés privado”. En realidad, la discusión se resolvió cuando Tabaré Vazquez hizo jugar su “peso” y renunció a la presidencia del Frente enojadísimo con el desacato del MPP. El debate de ideas cedió ante el poder personal del caudillo, algo que se ha vuelto práctica común en los conflictos internos de la coalición frenteamplista.
Con el Carrasco, el MPP sufrió una derrota a manos de un frente unido de privatizadores asumidos (blancos y colorados) y privatizadores encubiertos (Seregni, Astori, Arana y sectores frenteamplistas de derecha). Consecuencia de esa derrota, los vecinos de Montevideo sufrieron la entrega de su Hotel a una empresa “fantasma” (sin garantías bancarias suficientes) y en condiciones poco favorables al municipio. Diez años después los montevideanos siguen pagando las consecuencias del pésimo negocio que hicieron Arana, Muñoz y Roselli con el Hotel, quienes todavía disfrutan de impunidad política por su crimen de despilfarro del patrimonio municipal. El ejemplo cundió y los gobiernos frenteamplistas están enfermos de predisposición a hacer negocios malos y dañinos (PLUNA es el paradigma, pero hay muchos más). En el Frente Amplio está instalada la idea de los ángeles buenos y progresistas pueden enchochecer los corazoncillos de los empresarios y hacerlos trascender la lógica del capital, transfigurándose en generosos y “humanitarios” burgueses. Sin embargo, como el capitalismo es cruel, la “conjunción de intereses públicos y privados” ahora puede ser leída como “curradores y gobernantes, unidos y adelante”, contaminando la moral y la ética de muchos.
La consecuencia más desgraciada de esa derrota de 1997 fue el pasaje de la militancia emepepista a filas de la obediencia debida, integrados a la pirámide de la disciplina frenteamplista en cuyo vértice se entronizó la derecha disfrazada de cordero “progre”. De oponerse radicalmente a transformar el Frente Amplio en Encuentro Progresista, pasaron a ser el más firme apoyo de un “señor presidente” que se mata de la risa al ver el strep tease de lloriqueos que provocan sus manipuleos y PPS reeleccionistas. Acaso no sabían cómo se maneja este reyecito criollo cuando le dicen “no”?. En todos los planos ha tenido mil actitudes que anticipaban su veto de señor feudal.
De ser la fuerza militante que sostuvo la crítica al neoliberalismo encubierto de Astori, el MPP pasó a ser este movimiento electoralista capaz de hacer pactos con el diablo con tal de juntar votos a lo bobo. En qué quedó aquello de que “primero acrodar el programa y después los candidatos”?
De tenaces miiltantes del “juicio y castigo” a los asesinos a hacer oídos sordos con el discurso que sabotea la campaña por la anulación de la Ley de Impunidad, defiende a los “condoritos” que mataron a su primo hermano Berríos y promueve la reconciliación con los tenientes de Artigas, flor y nata del terrorismo de estado.
Lo más sencillo es responsabilizar a Mujica y Huidobro, porque encabezaron la corriente “civilizatoria” de los asquerosos modales del MLN-MPP...pero, los demás, los que antes se envanecían de pensar con cabeza propia, ahora participan o consienten el creciente amansamiento y rascan el lomo de las más caprichosas actitudes de sus vacas sagradas. El veto de Tabaré Vázquez es apenas un indicador de hasta donde puede llegar la escalada autoritaria progresista...cumpas emepepistas... sigan acatando disciplinadamente, sigan afirmando pirámides caudillescas con militancia fiel, pero después, cuando el reyecito criollo se revira y exige su derecho de pernada, a no asombrarse, ni quejarse, ni andar llorando por los rincones...
Están amantando una criatura que viene creciendo desde 1990. Su defección se traduce en tercerizaciones y privatizaciones disfrazadas donde hoy manda el MLN-MPP. Se siente la ausencia de la estaca critica, plantada en la punta izquierda, contrapuesta a la derecha frenteamplista y que, con un poco de aquella voluntad política de los 90, podía haber militado en la calle para detener la extranjerización de las tierras, las industrias, la plaza financiera y las empresas públicas. El viraje del MPP debilitó, en definitiva, las fuerzas del movimiento popular. Por supuesto que ahora, devenido burócrata municipal por esos avatares de pertenecer al aparato del MLN, el Maestro apoya todas las privatizaciones, reza a los santos apóstoles del progresismo y cruza el Pantanoso sin remordimientos.
Desde la muy particular visión de un pequeñísimo grupo de porfiados insurrectos, la pérdida de horizonte revolucionario de nuestra tribu tuvo sus orígenes en 1994, en aquellos días que el revulsivo complejo militante MLN-MPP-CX 44-Mate Amargo, frenó la “Minirreforma” e impulsó la solidaridad con el pedido de asilo de los ciudadanos vascos. Cuando la multitud se adueñó de los alrededores del Hospital Filtro, el emepepismo asumió con coraje la resistencia frente a la violencia asesina de la Policía. Desde 1985 venían sembrando su espíritu revolucionario y acumulando experiencias de ruptura con la legalidad (antirazzias, asentamientos, conflictos sindicales) hasta conformar la fuerza militante cuyo nacimiento dejaron entrever esas jornadas de agosto de 1994. El MLN-MPP apareció como fuerza que podía echar a perder el proyecto político de la derecha del Frente Amplio, tan útil a los centros de poder económico del Uruguay y del mundo.
A los pocos meses del asesinato de Fernando Morroni (todavía impune) se perdieron las elecciones nacionales y muchos sectores frenteamplistas buscaron expiar su derrota sacrificando chivos “radicales”. Seregni culpabilizó públicamente al MLN-MPP, pero otros, más calculadores, lo hicieron en los mentideros sindicales y parlamentarios. Ell problema del “progresismo” era cómo terminar con el desacato irredento de los que hacían alumbrar llamitas de resistencia y ruptura revolucionaria en el movimiento sindical, las cooperativas de FUCVAM, los barrios y asentamientos, las coordinadoras estudiantiles y movimientos antirazzias. Había que apagarla antes que se hiciera llamarada...Jacinto Vera encendió luces rojas en el entorno de Seregni, Tabaré y Astori, quienes decidieron presionar y aislar a los viejos guerrilleros hasta reducirlos a la obediencia debida. Algunos habíamos creído cuando nos dijeron una cosa y no entendimos cuando nos dijeron la otra.
Sometidos a semejante presión, la mayor parte del MPP se afilió a la tesis de ocupar lugares “allí donde se corta el bacalao”, argumentando que era la vía más efectiva para “cambiar” el Frente Amplio. En realidad significaba salir de la calle y las ocupaciones, trasladando el quehacer emepepista a los organismos del Frente Amplio. En la superficie apenas se percibió un cambio de estilo y carácter en el modo tupamaro de hacer política, pero en el fondo se trataba, nada más ni nada menos, que del abandono de la construcción de gérmenes de poder popular por la participación en el poder de la partidocracia y el sistema republicano burgués.
De porfiado cuestionador del poder de la clase dominante, el MLN-MPP se convirtió en garantía del buen funcionamiento de la democracia representativa,
o sea, del ejercicio pacífico de ese mismo poder que se combatió hasta 1994.
En breve tiempo los vampiros lograron disciplinar aquella estaca militante clavada en la izquierda del Frente Amplio e incorporaron a lo”políticamente correcto” hasta los “asquerosos” principistas como otrora decía Marenales, con todas las implicancias éticas que conlleva el haber vendido en el almacén del barrio la filosofía y los valores revolucionarios.
Entonces, compañer@s consentidor@s, a no deprimirse cuando se termina a lo Jorge Batlle, lloriqueando en la pantalla chica. Es la imagen clarita de la segunda derrota...esta vez política e ideológica, la que los incorpora definitivamente al sistema tal cual es. Para quienes fuimos ingenuos y confiados combatientes en el movimiento tupamaro, esta derrota nos reveló el maquiavelismo subyacente en la conducta de algunos de aquellos que convocaron a desafiar la muerte por la revolución...
A veces pienso que estoy como envenenado y es cierto. Si pudiera olvidar mis muertos y desaparecidos y los vejámenes a mis hermanas, si los juramentos y la fraternidad de las tatuceras y calabozos pudieran abandonar mi almohada... tal vez entonces podría no sentir vergüenza ajena con la comedia mediática de la lucha por ser candidato a la presidencia. Para la generación de los sesenta, hacer la revolución fue cosa dura en el plano afectivo. Rompimos con madres y padres, herman@s se separaron de herman@s, parejas se rompieron...murieron tantos, tantos desaparecieron o fueron asesinados, bueno, que quieren que les diga, ahora que veo hacer teatro a los que no quiero más, siento inmensa pena por la historia, porque, seguramente, la epopeya de los tupamaros pueda terminar en ridícula payasada circense.
Siento que depositamos la confiaza moral y política en gente que se integró al sistema. Que con su desmán autoritario, penalizando lo que no es delito (salvo para la santa inquisición), pasando por arriba todas las mayorías habidas y por haber, Tabaré dió el paso histórico de quebrar los mecanismos de la democracia representativa. Se agota la posibilidad de concretar medidas populares en el marco parlamentario y electoralista...estoy delirando? No sé.
Pregúntense compañer@s...si con las mayorías que cuenta este gobierno no es posible concretar setenta años de lucha por despenalizar el aborto...cómo habrá qué hacer? Cuál es la vía hacia el socialismo? Ni llegando a tener el 100% de las bancas se está a salvo de los tiranuelos con ínfulas progresistas.
No. No estoy delirando. Simplemente es que la ruptura revolucionaria comienza rompiendo de verdad...aunque más no sea la puerta de algún ministerio.
Pero primero se empieza por casa, rompiendo en la propia cabeza con la legalidad que nos permitió la clase dominante en 1985 y se ganó nuestro corazón. Puede sentirse como exabrupto fuera de lugar lo que digo, pero siento necesidad de comunicarlo, de gritar a toda voz la indignación que provoca el abuso de poder y también la aceptación disciplinada que transforma los pueblos en rebaño. Siento la imperiosa necesidad de gritar revolución!, aunque sea en desierto de oídos sordos y en esta hora tan pobre de nuestra historia tupamara.
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