En el momento de asumir Fernando Lugo como primer presidente democrático del Paraguay, dando fin a la dictadura de 60 años del Partido Colorado, la revista The Economist decía que aquel sería el último presidente de izquierda elegido en América Latina.
Y, como buitres, afirmaban que la nueva agenda que traía la recesión – duras políticas de ajuste – y la violencia dominarían la pauta política del continente y como la explotación de esos temas son esencialmente de derecha, volverían los gobiernos conservadores en América Latina.
Se olvidaron que, aquí donde estoy, en El Salvador -por primera vez el Frente Farabundo Martí es claramente favorito- puede ser electo el periodista Maurício Funes, como presidente de la República, el día 15 de marzo. Error de evaluación o desconocimiento de la revista inglesa o una tentativa de que sus deseos se hagan realidad.
Lo mismo sucede con los buitres de la prensa en general. En toda la primera mitad del año llamaron la atención ante el riesgo de descontrol inflaccionario, sin darse cuenta de la recesión, ya instaurada en aquel momento en la economía de los Estados Unidos, con posibilidades reales de propagación para otros países, que genera riesgos de deflación, exactamente lo contrario de lo que decían esos buitres. Error de evaluación o desconocimiento o una tentativa de que sus deseos se hagan realidad.
Instaurada la crisis, los radicales de derecha se dan prisa para explotar la situación provocada por sus políticas, para intentar sacar partido y debilitar los gobiernos progresistas.
Intentan, cada día, generar un clima de pánico, diciendo que las consecuencias para nosotros serán terribles, que el gobierno no toma en cuenta sus efectos, etc., etc., buscando generar el caldo de cultivo para la aplicación de medidas conservadoras que tanto les agradan.
Obsesionados por los clichés que forman su visión del mundo, no llegan a percibir lo que hay de nuevo. Por primera vez hay una profunda crisis en la economía de los Estados Unidos y de Europa, pero la economía brasilera no quiebra. Los efectos de la crisis se revelan mucho más fuertes en los países centrales que la generaron.
Los gobiernos progresistas buscan minimizar las consecuencias de la crisis, tratando de evitar que se propague la recesión, porque saben que ella afecta la necesidad de sus economías de seguir creciendo y expandiendo sus políticas sociales.
La diversificación del comercio internacional, el aumento del comercio interregional y con el sur del mundo, la gran expansión del mercado interno, así como la significativa disminución del comercio con los Estados Unidos – son los elementos que posibilitan mecanismos de defensa de los países de la región que privilegian los procesos de integración regional.
Por el contrario, un país como México, que firmó el Tratado de Libre Comercio con los EE UU (y Canadá), tiene el 90% de su comercio con su vecino del norte y ahora, delante de la profunda y prolongada crisis de la economía norteamericana, sufrirá de manera dura y directa los efectos de esa dependencia.
Los buitres continúan con sed de carroña. Quieren que la crisis - generada por el modelo que ellos predicaron como el ideal y aplicaron durante dos décadas y ahora se revela como la fuente esencial de la crisis – lleve a la derrota a los gobiernos actuales en América del Sur, que vuelva la derecha, que los representa políticamente.
Que las economías de la región entren en recesión, que las políticas sociales no puedan ser llevadas adelante, que los gobiernos pierdan apoyo, es decir, como dijimos: que vuelva la derecha.
Mientras tanto, van a tener que tomar mucha aspirina, para aguantar el éxito de Evo Morales, de Rafael Correa, de Lula, de Hugo Chávez, que matan los buitres en pleno vuelo.
Emir Sader
No hay comentarios:
Publicar un comentario