sábado, 19 de abril de 2008

PARAGUAY: Dónde estará la esperanza

Mañana domingo son las elecciones en Paraguay.
Se habla poco en los medios de este país hemano. Casi tan poco como de Haití.
Dos países castigados a la pobreza, al olvido.
Castigados por atreverse a desafiar a los imperios de turno.
Haití, por la rebelión de los esclavos, la Independecia.
Cómo se atrevieron?
Paraguay, castigado por desarrollar la industria, reformas escolares. Castigado por Independizarse.
Cómo se atreven?
Entre lo que he podido leer, me interezó un artículo de Ana Rivas, publicado en Ultima Hora.
Comparto su pensamiento, que es el pensamiento de miles, en toda nuestra América Latina.
El artículo se titula: La Otra Marcha.

LA OTRA MARCHA
Honestidad, esfuerzo y trabajo
por Ana Rivas
Jueves10ABRIL2008

La lista 1 anunció que como parte del cierre de la campaña colorada habrá una gran marcha de los jinetes republicanos. Reivindicando la del 47 y la del 87, del centenario partidario, decía uno de los jefes de campaña del partido de gobierno. Esto, unido a la publicidad de un abuelito, pobrecito él, llamando groseramente a votar por el partido que lo mantuvo en las condiciones en las que se deja ver, es, por decir lo menos, un deprimente salto atrás.

Reivindicar ideas del inicio de la dictadura y de su época de apogeo. Reeditar imágenes que en unos evocan fuerza y coraje, pero que en otros no trae más que reminiscencias de prepotencia, discriminación y terror. Exhibir al pynandi como si el tercer milenio no hubiera llegado, como si no hubiéramos cambiado hasta de siglo.

¿Será que los paraguayos seguiremos eternamente separados por nuestra historia, clavados en el pasado, condenados a repetirla y repetirla, como un círculo vicioso e interminable?

Yo quisiera ver una marcha, es cierto. Una marcha de las computadoras y de las antenas de banda ancha que se colocarán en cada una de las escuelas de todo el país. Quisiera ver las legiones de albañiles, carpinteros y constructores que se encargarán de construir las aulas para que ningún niño paraguayo vuelva jamás a estudiar sentado en el suelo y bajo un árbol... Quisiera ver la marcha de los equipos de terapia intensiva, infantil y para adultos, que se instalarán en todos los hospitales de la patria. Quisiera ver desfilar camiones repletos de medicamentos que lleguen efectivamente a los enfermos del campo y de la ciudad y no a los operadores de turno. Quisiera ver la marcha de maquinarias, de las toneladas de asfalto que se usarán en repavimentar y señalizar kilómetros de rutas para transportar del campo el esfuerzo del productor y hacerlo competitivo en los mercados del mundo... quisiera ver una marcha con cientos, o mejor, miles de médicos, ingenieros, informáticos, economistas, filósofos y periodistas, ganadores de premios Nobel o Asturias o Pulitzer, que hayan egresado de universidades paraguayas... esa es la marcha que yo quiero ver. Y sobre todo, es la marcha en la que quiero que participen mis hijos.

Si hay un desfile así, no importarán los colores de la bandera que lleven los jinetes, porque la realpolitik nos obliga a aceptar que la invitación al pasado y a repetir indefinidamente el esquema de corrupción e impunidad subyace en todos los sectores. Pero si, a la vez, en todos los partidos existiera gente que quiera una marcha para el futuro, se podrá tener al menos la esperanza de que se logrará un día disipar el pasado de odio, de violencia, de crispaciones, porque ya no será la marcha que radicaliza, que divide, que crea paraguayos de primera y de segunda y hasta de cuarta. Será una invitación al futuro, a recuperar el orgullo, a tener la certeza de que la honestidad, el esfuerzo y el trabajo duro tendrán su recompensa.

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